Descripción General

Tlatlaya

Autor: Pablo Ferri (@Ferritortola)

A principios de junio de 2015, Clara Gómez González preparaba en Arcelia, Guerrero, los rezos para el novenario de su hija Erika. En las semanas previas había ido por pan a Tlapehuala, por refresco al mercado de Ciudad Altamirano y encargó unas tazas en la Ciudad de México que tenían impresa la cara de Erika. Las repartiría, contaba entonces, entre los vecinos que llegaran a saludar, como si fuera un bautizo. Ayudada de sus hijos varones, instaló una carpa en el patio de la casa de su mamá, cerca de la unidad deportiva del pueblo. Allí, debajo de aquel toldo, vecinos y amigos orarían cada día durante nueve días por el alma de su hija.

Los rezos empezaron el 22 de junio y concluyeron el 30. Justo el último día de mes se cumplía un año de las muertes de Tlatlaya. Al principio fueron eso, unas muertes, otras. En un comunicado, el Ejército mexicano informaba que un convoy de siete soldados bajo el mando de un oficial había repelido el ataque de un grupo armado. Los 22 integrantes de aquel presunto grupo armado, todos, murieron. De los militares, uno resultó herido.

En la última semana de junio de 2015, Mónica González, Gerardo Juárez y yo hicimos base en Arcelia. Muchos de los muertos de Tlatlaya eran vecinos del pueblo y alrededores. Para entonces, la historia oficial de lo ocurrido había quedado en agua de borrajas, apenas el recuerdo de un intento por encubrir la verdad. Esquire había publicado en noviembre un reportaje que daba cuenta del testimonio de Clara, a quien entonces llamamos Julia, que reveló que el enfrentamiento que había reportado el Ejército había concluido, en realidad, con la ejecución de algunos integrantes del grupo armado.

Aquella última semana de junio del año pasado, siete de los ocho militares estaban presos en el campo militar número uno de Naucalpan, en el Estado de México, tres acusados por el homicidio de ocho personas, entre otros delitos. Poco se sabía entonces de los muertos, de los 22. En un país acostumbrado a reconocer sus tragedias por el número de muertos o desaparecidos —los 72 de San Fernando, los 43 de Ayotzinapa—, cualquier interés por los 22 resultaba casi indigno: eran delincuentes, escribían los columnistas, eran narcotraficantes, como si palabras de ese estilo hicieran justicia a sus vidas, como si un adjetivo pudiera resumir la existencia.

No es relativismo, es contexto. Si eran delincuentes, lo eran, pero no parece que eso fuera lo más importante. Aquella semana, apoyados por Elisa Alanís en El Universal TV, y Manuel Martínez y Mael Vallejo en Esquire, Mónica, Gerardo y yo entrevistamos a familiares de cinco o seis de los 22. Para mi sorpresa, admitieron casi en todos los casos que los suyos andaban metidos en “eso”. No se vale, dijo la madre de uno, que los maten. Podrían haberlos detenido, no hacía falta matarlos. Cuestionados sobre la vida de los muertos, recuerdo la respuesta de una madre, que dijo que su hijo había trabajado en la Bodega Aurrerá de Arcelia durante un tiempo. Según explicó, tardaba una hora en ir y otra en volver, laboraba de sol a sol y cobraba alrededor de 900 pesos a la semana. La casa de la mamá era la definición de la pobreza, un cúmulo de todos sus adjetivos: humilde, polvorienta, mísera, marginal: pobre. Madera, cartón y lámina.

Aquellos reportajes apenas tuvieron repercusión, claro. Con el paso de los meses empecé a preguntarme también por los soldados. ¿Quiénes eran? Aparte del oficial, todos eran elementos de tropa, la base de la pirámide castrense. Como soldados cobraban poco, algo más de 10,000 pesos mensuales, un sueldo parecido al de los halcones del cártel de “La familia” en Arcelia.

¿Quiénes se están matando en México? Son todos pobres, ¿o es que nadie se da cuenta? No es una guerra contra el narcotráfico, es una guerra de pobres contra pobres.

¿Qué es el derecho de acceso a la información?

La siguiente base de datos en formato excel contiene las solicitudes de acceso a la información relacionadas con el caso Tlatlaya. La base de datos se obtuvo de los registros que alberga la Plataforma Nacional de Transparencia (https://www.plataformadetransparencia.org.mx/) a través de una búsqueda con los siguientes criterios: 1) Palabra clave “Tlatlaya” y 2) Periodo de búsqueda: Del 12 de junio de 2003 al 15 de marzo de 2022.